Hermana, estas palabras son para ti,
te las escribo para que pronto las leas
y me vuelvas a decir que «Soy el mejor»,
porque aunque no comparto ese título,
extraño escucharlo…
tanto como te extraño a ti y tus invitaciones…
¿Hermano conversemos? 
¿Hermano un cafecito?
¿Hermano qué haces el sábado?
Y cómo no, si desde niño me invitaste,
a leer,
a escribir, 
entonces no tengo otra forma, que escribirte estas palabras para invitarte…
a tener paciencia, esa que nunca tuviste…
a esperar para que volvamos a conversar…
a tener esperanza, la misma que te cambió el nombre,
para que volvamos a sentarnos a comer y
pague yo el almuerzo,
aunque eras tú la que invitaba.